miércoles, 10 de septiembre de 2008

FABULAS CHINAS


EL OBSEQUIO DE LAS PALOMAS

LIE ZI

Era costumbre en Handan cazar palomas para regalarlas al príncipe el día de Año Nuevo. Esto agradaba tanto al soberano que repartía valiosas recompensas. Alguien le preguntó la razón de esta costumbre.

         - El día de Año Nuevo dejo las palomas en libertad para demostrar mi bondad – contestó el príncipe.

         - Como sus súbditos saben que Ud. necesita palomas para libertarlas, todos se dedican a cazarlas – comentó el otro –. Y el resultado es que al cazarlas, mueren muchas. Si Ud. realmente quiere salvarlas, es mejor que prohíba su caza. Tal como están las cosas, Ud. las caza para libertarlas y su bondad no puede reparar el daño que ocasiona.

         El príncipe asintió.


LA RANA EN EL POZO

ZHUANG ZI

En un pozo poco profundo vivía una rana.

         - ¡Mira qué bien estoy aquí! – le decía a una gran tortuga del Mar del Este –. Cuando salgo puedo saltar alrededor, sobre el brocal, y cuando regreso puedo descansar en las hendiduras de los ladrillos. Puedo chapalear, sacando sólo la cabeza fuera del agua, hasta llenar mi corazón de gozo; o andar sobre el lado suave con los pies sumergidos hasta los tobillos. Ni los cangrejos, ni los renacuajos pueden compararse conmigo. Soy amo del agua y señor de este pozo. ¿Qué más puede ambicionar un ser? ¿Por qué no vienes aquí, más a menudo, a pasar un rato?

         Antes que la tortuga del Mar del Este pudiera meter su pie izquierdo en el pozo, sin saber cómo, ya su pie derecho se había enganchado con algo. Se detuvo y retrocedió; entonces comenzó a describir a la rana el océano.

         - Tiene más de mil li de ancho y más de mil ren de profundidad. En otros tiempos había inundaciones nueve años de cada diez; sin embargo, el agua del océano no aumentaba. Después hubo sequía siete años de cada ocho, sin embargo, el agua del océano no disminuía. Se ha mantenido igual a través de los años. Por eso me gusta vivir en el Mar del Este.

         La rana, en el pozo insignificante, se quedó atolondrada y sintió algo de vergüenza.


DOS PARES DE OJOS 

WAN JI LUN

abía una vez dos hombres que discutían a propósito de la fisonomía del rey.

         - ¡Qué bello es! – decía uno.

         - ¡Qué feo es! – decía el otro.

         Después de una larga y vana discusión, se dijeron el uno al otro:

         - ¡Pidámosle la opinión a un tercero y usted verá que yo tengo razón!

         La fisonomía del rey era como era y nada podía cambiarla; sin embargo, uno veía a su soberano bajo un aspecto ventajoso y el otro, todo lo contrario. No era por el placer de contradecirse que sostenían opiniones diferentes, sino porque cada cual lo veía a su manera.


¿DE DONDE VIENE EL ARROZ?

DU XING ZA

Los nietos de Cai Jing, el célebre ministro de Song, fueron educados como niños ricos y no tenían idea alguna sobre los trabajos del campo.

         Un día Cai Jing les preguntó bromeando:

         - ¿Pueden decirme ustedes de dónde viene el arroz que comen todos los días?

         El primero reflexionó y contestó:

         - Del mortero que descorteza el arroz.

         Cai Jing se echó a reír.

         - No – dijo otro de sus nietos –, no es así, el arroz viene de los sacos de junco; yo lo he visto.

¿PARA QUE ADULAR?

AI ZI WAI YU


Un hombre rico y un hombre pobre tenían la siguiente conversación.

         - Si yo te diera el veinte por ciento de todo el oro que poseo, ¿me adularías? – le preguntó el primero.

         - El reparto sería demasiado desigual para que tú merecieras cumplidos – contestó el segundo.

         - ¿Y si yo te diera la mitad de mi fortuna?

         - Entonces seríamos iguales; ¿con qué fin halagarte?

         - ¿Y si yo te lo diera todo?

         - En ese caso, ¡no veo qué necesidad tendría de adularte!


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